Ciudad

(1997)

 

Bajo la piel del párpado
el decorado se sumerge
porque la noche
complica la soledad hunde
las fachadas
se regresa al primer instante
sordas las bocas
                si acaso el llanto
a solas nunca tan solo el día
los ojos mudos
a ciegas nunca tan ciegos
se vivía el salvaje absoluto del inicio
                                       urgente
cualquier camino salía del laberinto
                                    presentida
ciudad sin más allá ni tiempo
                             o en su defecto
un logro te anunciaba perfecto
y las sombras alzaban paisajes
calles blandas y árboles sonoros
nubes cargadas de lluvias dulces
soles de invierno mentira del verano
oh ciudad de la plenitud
que cimentabas esperanzas
en los dioses y en los signos
Canta el petirrojo en diciembre
como en tiempo inmemorial
florecen las violetas
aunque esté nevando
¿sabes tú por qué mi amor?
cuatro azoteas
cuatro puntos cardinales
para qué más límites
si el cielo te prolonga
absoluto pozo de confianza lleno
y era de piel la luz
de luz los cuerpos
transparentes los árboles
                         olían
las estaciones a hierbas esenciales
lavanda espliego menta beleño
ratas de agua
             y lombrices de cielo
edad de oro en la ciudad heredada
inocencia en el placer del tacto
todas las pieles conducían a la sonrisa
bajo la vigilancia del luto almenas
infame turba de nocturnas aves
de crespones rojinegras sibilas sobrevuelan
el quehacer de las palabras
                           cantan
                                 naufragios en el tiempo.

 

Oh feliz bacteria cuando enfermedad seas
recordarás propicia la nada y su paisaje
tus cuatro azoteas protegidas
no se debe no se sabe no se puede no se vuelve
cuatro abuelos de estaños y amatistas
cuatro guerras cuatro esquinas cuatro puertas
                                          cuatro infiernos
y vendrá el ángel a pintarle la memoria
con colores de gouache inocente y lamido
y el diablo a traficar deseos
en las pieles más libres del cuerpo ensimismado
y aunque te expulsen del paraíso del ya está escrito
en los recuerdos te verás siempre cumplido
la tierra el agua el aire el fuego
                                  el tiempo
inútil la memoria miente viajes
más allá de los cuatro horizontes
de los rostros conocidos
                        inducen
a las trampas de las voces submarinas
en una cinta mal grabada que se acerca
a la totalidad expresiva del silencio
como un reloj de arenas movedizas
te hundirá en las esquinas del deseo
extranjero en la ciudad de todos los exilios
empezará tu ausencia comunión de sueños
decepción que ni siquiera existe
vagante por la ciudad de las certezas
                                     inútiles
que no conducen a orígenes ni límites
te pondrán un nombre como llaman lobo
al miedo de la oveja como llaman miedo
al descrédito que el náufrago adquiere en el naufragio
doce guerras doces esquinas doce puertas
                                        doce infiernos
mas si desciendes a la ciudad rendida
donde moran las sombras de todo lo que vive
paisajes derrumbados en negras aguas
árboles blandos calles que no cesan
sin pájaros ni estrellas que te olviden
                                       sin ruido ni vals
sin sol ni luna de mil ausencias hueco
sólo vive el eco de la última palabra
bajar a la ciudad para encerrar el tiempo
bajo pesos ciclópeos de piedras saturadas
si desciendes
si desciendes no reconocerás sombra alguna
                                          ni serás
reconocido por sombra alguna
ni ésta es tu casa aunque tu casa fuera
una aproximada maqueta de esta ruina
la maltratada tumba de tu olvido.

 

Ciudad de cauces de sangres de plomo
y taxis varados por las ratas de agua
expertos trompetas en juicios de faltas
y ante el horror de la ciudad sumida
retorne el extranjero a su patria propicia
                                          la memoria
largo viaje el retorno que te ultima
por acantilados de agua sucia
hacia pozos terribles las simas
ciegas donde habiten la depresión
                                 la muerte
tentación y el recuerdo atávico de la nada
los agujeros negros y la materia oscura
será la muerte caerse al lago del tiempo
en las líneas del cielo las ciudades vividas
adiós a las esquinas inciertas
                              a las pieles
propicias siluetas de la compasión
geometría de saberes que ya no consuelan
en la barca se alejan los seres vividos
no extrañan el naufragio miran con respeto
la evidencia de que se muere ahogado
que ya no formas parte del resto del viaje
adiós querido
             parece que fue ayer la vida
perplejo y aliviado por el último abismo
esperas otro lago otros rostros otros ojos
asomados al límite entre el agua y la muerte
ellos se van al encuentro de su tiempo
ya no podrás verles cuando tengan naufragios
y se caigan de barcas que no les deseas
en este mismo lago de aceites sin fondo
desprotegido más allá de tu vida buscas
la ciudad donde mora el deseo sin límite
a medida que tocas con los pies los tejados
de ciudades hundidas donde moran tus muertos
son sustancia de cieno y de plantas malditas
mecidas por el pesado aceite del lago inevitable
qué lento horror el de las hondas simas
donde vagan flotantes los más tristes ciegos
inútil el recurso de recordarte anfibio
no se debe no se puede no se sabe no se vuelve
pagadas las deudas enterrados los muertos
se ha llegado al fondo de la ciudad terrible
fin del lago oleoso lleno de velas blancas
                                          y ramas verdes

 

Y si se vuelve cuando
el extranjero retorna a sus barrios
para matar recuerdos y recobrar la vida
                                       imposibles
los cuatro horizontes de rostros conocidos
inducen a las trampas de las voces
                                   submarinas
en una cinta mal grabada que conduce
a la totalidad expresiva del silencio
                                     cállate
muchacha dorada en perpetua puesta de sol
anaranjados tus pechos lamidos por el atardecer
apuntan a las ventanas inciertas
                                donde agonizan mirones
asidos al timón de su propio deseo
anclados en el sillón relax del ¿cómo tan tarde?
Canta el petirrojo en diciembre
¿sabes tú por qué mi amor?
sin duda la vida ha muerto para ellos
entre estos cuatro horizontes de ladrillos
                                          horizonte
es una palabra que conduce siempre al miedo
a llegar tarde a no saber decir a tiempo
                                        por favor
y si descubrieran algún placer superior al de mirar
el atardecer sobre unos senos
                             morirían de frío
en las esquinas preparadas para los desertores
de su propia cálida agonía de tigre de hojaldre
                                               dominguero
el pastel de nata huele a ingle cariñosa para el dedo
morirían
¿dice Vd. morirían?
                   diría yo
moriría si descubrieran algún placer superior
al de mirar por las ventanas el desperezo de la muchacha
                                                     en flor
el frío aguarda más allá de las patrias
más allá de los nombres conocidos y los gestos
                                              sin sorpresa
las huellas te siguen sin imaginación y mueren
                                            cuando descansas
y es posible morir de sinceridad ante el descubrimiento
de que siempre vamos de fraude en fraude
                                     de muerte en muerte
y recordar es volver a vivir dijeron los antiguos
con un impúdico clasicismo de gentes con pagado
seguro de entierro tercera clase.
                                 A los seres queridos.
Aquí yace el buen cautivo.

 
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