Voz perpetua

(1982)

 

Ocaso

Acaricio tus sienes, acaricio
los hilos conductores que transportan la savia,
en discurrir cansado y sin destino,
bajo la tenue gasa de su tejido endeble.

No quiero ver tu única caída,
la que quiebra la voz y agolpa pulso espeso.

Huiré, más allá de la estancia del tiempo,
hacia el acre de tierra que sostuvo mi infancia,
cerca de aquel estanque de los sauces,
donde poder soñar regresos nuevos.

Encuéntrame en tus ojos cuando busques;
habré huido, incapaz de descubrir el hielo
que tu mirada yerta me ofreciera.

 
Copyright © Dionisia García

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